jueves, 18 de febrero de 2010

PLN 3 – C.R. 0 - ¿Logrará Laura empatar?

Autora : Leonor Isabel Antillón Sargent.


Vamos a ver si es tan firme y honesta como dijo.

Para lograr empatar esta disímil situación en la que un partido político ha acaparado la institucionalidad del estado, dejando en desequilibrio social, jurídico, moral, ético y electoral al país de todos, la nueva, aunque no desconocida, presidenta electa, deberá hacer un enorme esfuerzo a fin de recuperar los más valiosos logros de esta nación: la división de poderes, el respecto a la Constitución y sus leyes y sobretodo la gobernabilidad, alcanzando el logro de reducir los niveles de pobreza y exclusión social de tantos costarricenses que respondieron a su llamado, lo cual fue logrado, en muchos casos, con prácticas clientelares.

Y si es cierta la afirmación de que muchas mujeres votaron por ella por identificación de género, y sin tener conocimientos de la realidad nacional, la que no mejora con el género sino con ética y cumplimiento fiel de los deberes, esta admiración podría ser efímera, porque efímera también sería su causa.

Y si también contó el hecho de que este gobierno hizo algunas obras que eran su deber y estaban dentro de la normalidad, aunque muchas de ellas representan un elevadísimo costo, no sólo económico, sino ecológico, lo cual al parecer no llegó a ser de conocimiento del ciudadano común, deberá doña Laura tomar en serio el tema de no abrumar con las consecuencias venideras a los incautos ciudadanos que, tarde o temprano deberán pagar por todo lo que así los impresionó.

Porque tanto los regalos para obtener el voto, como la obra pública, serán pagados por los propios ciudadanos, pues aquí nadie regala nada, todo lo paga el pueblo.

Para empatar al país, tendría doña Laura que empezar por darle libertad de decisión a la Sala Constitucional, exigiendo la no ingerencia de NADIE de su gobierno, o de personajes bien cercanos, en tantas resoluciones que en adelante tendrá esa Sala, empezando por el caso Crucitas, y la consiguiente apertura a la minería a cielo abierto, tan dañina y reñida con el panorama mundial que exige un ALTO a las prácticas que atentan contra el medioambiente y el calentamiento global, causas de tanto suceso mortal contra personas y naturaleza, cuya existencia es la razón de ser de este mundo. Es vergonzoso que sea el gobierno canadiense, quien le está poniendo un pare a sus empresas que atentan contra la naturaleza. Porque por aquí más bien se permite todo.

También tendrá la nueva mandataria, que reconocer que el sistema de goteo, las migajas que tirarán a los pobres, los grandes capitales e inversiones que vienen en tropel al país, no es la forma correcta de remediar la pobreza. Antes debe apuntalar las garantías laborales, mejorar la calidad de la educación y establecer una enorme “Red de Cuido”, para evitar que la gente que se contrate, no sea tratada como un producto más, sino como seres humanos que merecen un trato justo, equilibrado y sobretodo legal.

Debe entender la señora, que necesita realmente una mano firme y una actitud honesta, para restituirle a Costa Rica, su equilibrio económico, legal y social. No se puede decir que se gobierna, abriendo el país a tantos depredadores que vienen a explotarlo con prácticas mafiosas y sin control de nadie (el caso del joyero asesinado en Barú, que tenía carta blanca para todo, edificar, entrar y salir, traer a quien quisiera y hacer enormes ingresos de joyas y dinero, sin control de las autoridades ticas, es ejemplo de eso). Debe proceder con valentía para evitar que esta clase de mafia siga ingresando, porque eso trae una cola incontrolable.

Tiene mucho trabajo delante, porque honrar lo que ofreció, no es cosa de engaños. No puede gastar sus cuatro años, en preparativos para que el otro que también quiere ser presidente, obtenga votos, gastando lo que no tenemos en publicidad y engaños.

Hay que gobernar y hacerlo bien. A ver si logra que el país al menos llegue al empate.

1 comentario:

  1. Sin duda tiene un trabajo hercúleo por delante. Esperemos que cumpla más que su protector político. Y que, según la jerga actual, "exceda nuestras expectativas"

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